La formación permanente del profesorado: clave para construir una escuela infantil de calidad.
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Abstract
Sabemos que la educación construye al futuro y, sabemos también, que el profesorado, su principal agente, es, consecuentemente, una pieza clave en la consolidación de una sociedad democrática. En este sentido, el docente no puede saberse formado, sino que ahora más que nunca es indispensable continuar formándonos para el desempeño, por otro lado, cada vez más difícil, de la tarea educativa. Así mismo, la formación es, por supuesto, un deber ineludible de todo profesional ante los cambios que se van produciendo en el seno de su trabajo; en nuestro caso, la escuela infantil.
El concepto de formación ha sido el espejo en el que se ha ido reflejando el proceso de cambios producidos en la educación. Pensamos que la formación se desarrolla dentro de una cultura profesional y en función de un contexto, desarrollo de competencias, procedimientos y estrategias necesarias para apoyar la intervención en las aulas. Un buen modelo de formación debe tener en cuenta el tipo de profesorado y prácticas educativas de cada centro.
La experiencia docente nos enseña que la teoría por sí sola no representa un cambio automático en la práctica, ni siquiera la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación, tampoco la aparición de nuevos decretos, ni los modelos de formación traídos por agentes externos para que sean aplicados en el centro. La transformación debe producirse desde dentro, desde la reflexión, el compromiso y el deseo de cambio para la mejora (Alarcón, 2012).